Recuerdo con nostalgia cómo era la vida cuando no existían las videoconsolas, los móviles ni otros aparatos electrónicos.
La vida se desarrollaba con los amigos en la calle.
La vida era distinta.
Hablábamos más, jugábamos más, compartíamos más.
Y, en los pueblos, ¡qué te voy a contar! Gozábamos de una libertad y contacto con la naturaleza que hacía que nunca estuviésemos aburridos.
Recuerdo con nostalgia las historias de mis abuelas, mi padre, mi madre, mis tíos y tías, …
Sentado en las rodillas de mi padre al calor de la lumbre, la vida era intensa, emocionante y trepidante.